¿No extrañas, siquiera, el despertar juntos,
a veces yo abrazándote o tú haciéndolo,
antes de abrir los ojos sentir que estamos, que somos uno, ahí, en ese instante,
—se abren los ojos— y nos vemos uno al lado del otro, sonriendo, mudos o dando el buen día y ofreciendo si necesita alguna cosa,
(siempre el desayuno, siempre),
y con sólo saber instintivamente que estamos los dos ahí
va a ser un buen día,
porque
no
necesitábamos
nada
más?
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