martes

Manos

Que sea el pulso del mundo quien nos guie en el despertar a la muerte
paso a paso hacia el fin único
y como una caravana de cadáveres que persiguen mi huella
Estas tú
y tu recuerdo, a la manera de un silenciador humeante
así, desde el fondo de tu pecho
se abren los vientres para dar paso a
las añejas entrañas,
manoseadas entrañas del recuerdo enterrado;

cabalgan las angustias
reptan los miedos
se desparrama el corazón hecho cenizas sobre tu cabellera obscura y polvorienta
Y acá estoy
lleno del abandono;

Las manos colmadas de irremediable soledad.

Es,
finalmente,
la alegría fingida quien desgasta mi sonrisa amarga.

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