martes

II.

Brotan las turbias aguas de la vida en la tierra,ennegrecida,
obscurecida de las manos y la cabeza, arrasando,
arrasando y pateando con hedor tremendo las raíces de mi cabello tornasol; brota,
brota como caldo primordial, brota esencial, de la vida, chorreando,
chorreando y arrojando su miasma fétido, brotado y lleno de pus, brotado, a mi boca entreabierta,
miasma pútrido, como
ojos de paloma muerta, extinta, silenciada, atragantada con un pan duro en azogue lanzado, lanzado y escupido, desde alguna ventana de edificio postmoderno a la calle empedrada, llena de piedras muertas, de la ciudad; y mi boca se pudre, cual un huracán marchito,
con ÉL, con ellos, con DIOS, con DIOS y la metafísica, se pudre, se pudre, se pudre cayendo a pedazos, cayendo a pedazos mi lengua se pudre, se pudre;
y brotó, brotó, ahí, en medio del pavimento del mundo, solo, solitario en la ausencia, decapitado; y,
donde (y cuando) la función biológica-mecánica de la vida se hace presente en el verbo, la ataraxia del hombre se hace urbanidad y muere, asfixiada, destrozada, rodando cerro-abajo, despeñándose,
o tirada ahí, hambrienta como paloma coja, en el pavimento trasnochado.. .
. . .
. .! De cenizas, de verdes, cenizas y verdes, y azules, la ceniza cae, cae, cae irremediable, como mis ideas, las ideas se me caen como la ceniza,
la ceniza que es fruto de la combustión de las hojas marchitas-muertas; y caen las ideas formando espirales en medio de la muchedumbre, el gentío, el hastío, la urbanidad muerta que está ahí, tirada, con la silueta del cuerpo ya delineado por la policía en la calle, asesinada;(. . .),
Las nubes que se tiñen de ceniza se arrastran, como caballos, como automóviles-último-modelo,
a la manera de mi cuerpo pisoteado y arrastrado de miradas y gestos de indiferencia…
. . . Risas, risas, llanto, risas, y personas que son máscara y reflejo y sollozo tremendo; y el cielo nace de tu sonrisa, amanece junto a ti y mis pájaros salvajes:
nace el caos en tu gesto astronómico, y , fenomenal, crea agujeros negros infinitos, donde la muerte deja de ser muerte, infinitamente negros y los pájaros o las ideas caen dejando una espiral matemática indeterminada
(… ─Fibonacci se me ríe entre los dientes y la lengua─,…). .  . 
La tarde
Ya es LA tarde, cae el sol, cae, cae el sol hipotético, muriendo, muere muriendo junto con la luna y sus pecas, y la noche se enluta ennegreciendo su rostro, sus manos, sus suaves manos de pajarita pequeña; tres estados,
son tres los estados de la vida cuando agonizo junto al sol, cada día lo mismo, y agonizo viendo el horizonte mientras viajo en una carretera del mismo color que mi ánimo: gris, g r i s, G  R  I  S, la tierra está gris, está gris de las llamas de antaño…; me acurruco bajo el sueño de las hojas de un durazno, y se mece,
me mece al ritmo del canto de un susurro de los frutos, o bien gritos, sí, gritos, alaridos, alaridos que son cantados por pájaros regurgitando, alimentando a sus crías;
.
..
...
veo cómo un insecto recorre mi brazo poblado de bosques,
veo, ahí tendido, cómo un insecto recorre el brazo del mundo, borracho,
veo cómo un insecto, cayendo, recorre el brazo de DIOS, y DIOS recorre el brazo del universo siendo insecto en el insecto, riendo,
en lo humano,
en la idea terrible de la consciencia,
en el sueño de un cuesco de durazno somnoliento,
no
(─despierta!..).

1 comentario:

María Rosa Balseca dijo...

El Dios de Dios...la idea, su idea, la posible nada, el imposible todo, el gran algo...eso somos, somos ecos, cajas de resonancia, mares negros y mares calipso en nuestros sueños de insectos, en los sueños del insecto que nos sueña, no despiertes ovejuno. ¿Soñamos?